Palmira

El tesoro irremplazable

“(en aquella época se llamaba «sarraceno» o «árabe» a cualquier grupo humano que viviese en una tienda y llevase un tipo de vida nómada).”

“Cuando una población se revelaba no era por nacionalismo, sino contra el peso de los impuestos.”

“En una sociedad poco constitucional y poco reglamentaria, cada individuo invertía sus intereses en la clientela de una familia poderosa; a su vez, esta familia protegerá a sus partidarios para conservar sus propios intereses hereditarios y cada uno conservará permanentemente los suyos manteniéndose vinculado a ella; de ahí las fidelidades que pasan a través de las generaciones y cuya duración y aparente irracionalidad nos asombran.”

“Dediquemos un pensamiento a los correos imperiales que, como podemos suponer, cabalgaron a rienda suelta para llevarle la noticia de la expedición palmirena, relevándose con caballos de refresco cada treinta y cinco kilómetros.”

“¿Y Zenobia? ¿Y Wahballat? De este último no sabemos cómo ni cuándo murió. En cuanto a lo que le sucedió a su madre, los historiadores antiguos nos transmitieron tres versiones diferentes. El único hecho más o menos confirmado es que fue capturada y que Aureliano exhibió a su prisionera ante el pueblo de la capital de Siria. ¿Y después? Según un cronista muy ignorante, habría sido arrastrada en el cortejo triunfal, y posteriormente decapitada, conforme a la regla romana de matar al jefe enemigo al atardecer del día triunfo (así es como acabó Vercingetórix). Según otro historiador, murió a causa de una enfermedad o se dejó perecer en el barco que la llevaba a Roma para ser exhibida; esta versión, prosaica como la realidad, ni previsible ni romántica, es mi preferida. Nos queda la versión deslumbrante: Zenobia exhibida, pero con cadenas de oro, después indultada, instalada en Tívoli en un retiro dorado, casada de nuevo con un senador y casando a una de sus hijas… con Aureliano. Este happy end se lee en un libro poco convencional, la Historia augusta, una mezcla de crónica verídica, de Alejandro Dumas, del péplum y de un poco de Ubu Rey (en la biografía de Heliogábalo).”

“La Antigüedad generalmente ha ignorado el fenómeno moderno de la nación, coincidencia de la etnia y del Estado; las formaciones políticas eran multiétnicas sin dificultad. En aquella época tampoco existía la idea de una pluralidad de Estados independientes; la independencia era la realidad de las tribus nómadas o montañesas, el aislamiento de los grupúsculos bárbaros. La independencia tenía diversos grados y no se regía por el todo o nada y, sobre todo, la evidencia del Imperio, la necesidad de la dominación romana para las élites locales, se imponía en todas partes.”

“Riqueza, poder, Persia, Roma y sus emperadores: todos estos componentes de la época se reúnen gráficamente en un sarcófago descubierto en Palmira. La tapa de este féretro está tallada en forma de triclinio, según una moda grecorromana; sin embargo, el difunto esculpido sobre el lecho luce un atuendo persa magníficamente bordado, cuyos pliegues paralelos están esquematizados al estilo arcaico del Oriente Medio.”

“Esto dependía del gusto de cada uno; preferir el traje persa o el manto griego era una cuestión de elección personal, de riqueza o de humor, no de origen ni de profesión.”

“La apariencia arquitectónica de la ciudad es griega en su conjunto, si no en el detalle; la ambición y la cultura de las élites son las del resto del Imperio, así como el panorama de su vida; pero, en la religión, en el arte de los escultores locales, en los placeres colectivos, veremos una transformación de las apariencias y una conservación de las mentalidades profundas. Palmira siguió siendo durante mucho tiempo la hija del desierto.”

“En cuanto al museo arqueológico de Palmira, hoy se emplea como tribunal y como prisión.”

“En el paganismo, los dioses más diferentes coexistían pacíficamente.”

“Pero ¿por qué, en agosto de 2015, hicieron explotar y destruyeron este templo de Baalshamin? ¿Porque era un santuario al que los paganos anteriores al islam iban a adorar a los falsos ídolos? No, porque este monumento es venerado por los occidentales de hoy, cuya cultura conlleva un sabio amor por los «monumentos históricos»y una viva curiosidad por las creencias de otros lugares y de otros tiempos. Sin embargo, los islamistas querían manifestar que los musulmanes tienen una cultura distinta de la nuestra, una cultura propia. Han hecho volar en pedazos este templo de Palmira y han saqueado muchos enclaves arqueológicos del Oriente Próximo para demostrarnos que son diferentes de nosotros y que no respetan lo que venera la cultura occidental.”

“No se trata de envidia, ni de celos por la superioridad del extranjero (como lo fueron en Francia la anglofobia y después la americanofobia), sino el deseo de demostrar y de demostrarse que no son como nosotros, que son ellos mismos. Pues, al fin y al cabo, ¿para qué les sirven, políticamente, tácticamente, estas destrucciones, por no mencionar todos estos atentados, estas masacres? Para romper con nosotros, para demostrarnos que son distintos.”

“«Amamos a los dioses como a nuestro padre y a nuestra madre», escribió Aristóteles, y esto puede decirse de todo el paganismo. En Oriente repiten que aman a la divinidad. Y en Palmira, más que en otros lugares, no se cansan de decirle al dios que es bueno, misericordioso y piadoso. No hay ninguna efusión en ello: el adorador menciona la circunstancia concreta en la que la divinidad, atendiendo a sus súplicas, demuestra que es compasiva. Así pues, es un amor interesado, lo cual no es contradictorio.”

“En Oriente, la relación amorosa es tan recíproca que un palmireno dice que los dioses se han apiadado de él; pero la piedad se entendía como el respeto a las leyes divinas y humanas hacia cualquier individuo. Los dioses de Palmira respetaban la ley que ordena que un patrón proteja a sus fieles.”

“Dioses arameos, mesopotámicos, árabes e incluso persas y egipcios… Todos ellos llegaron a Palmira, que adoptó dioses de todas partes; los palmirenos no se preocupaban por el origen de sus dioses ancestrales; uno de los descendientes de una antigua familia indígena contaba entre ellos a la egipcia Isis. Pero había una excepción: Palmira no importó ninguna divinidad griega o romana.”

“Se ven de fuera a ojos grecorromanos y quieren hacerse comprender por el resto del Imperio; y que admiten, al igual que toda la Antigüedad no cristiana, que los dioses de otros hombres existen.”

“El lector lo recuerda: todo vino a mezclarse en Palmira: Aram, Arabia, Persia, Siria, helenismo, Oriente, Occidente. Y, sin embargo, como también su vecina Émesa, ella siempre siguió siendo la misma, ni helenizada ni romanizada en su multiplicidad.”

“Lejos de desembocar en la universal uniformidad, todo patchwork cultural, con su diversidad, abre la vía a la inventiva.”

“Sí, decididamente, no conocer, no querer conocer más que una sola cultura, la propia, es condenarse a vivir bajo un apagavelas.”