“El principado de Cataluña, un nombre con el que se le denominó en el siglo XII por primera vez y que posiblemente se derivaba de los castlàns, los señores de los castillos que salpicaban el paisaje de la vieja marca carolingia y cuya presencia simbolizaba el surgimiento bajo los condes de Barcelona de una orden feudal de dueños de castillos, de caballeros y de siervos campesinos.”
“El expansionismo aragonés del bajo medievo radicaba en Cataluña y en su puerto mercantil de la ciudad de Barcelona, el eje de un imperio marítimo y comercial que llegó incluso hasta Grecia después de la conquista del ducado de Atenas por una compañía catalana de aventureros”
“En 1291 Eduardo proclamaría que «los reinos de Inglaterra y de Escocia, por gracia divina, se han unido en razón del señorío superior que el rey (de Inglaterra) tiene en Escocia» —una proclamación que respaldó con la fuerza militar cuando resultó victorioso sobre los escoceses en la batalla de Dunbar en 1296.”
“En 1320 la Declaración de Arbroath, que fue redactada para asegurar el definitivo reconocimiento papal a la independencia de Escocia del vasallaje inglés, ponía el acento tanto en el concepto de soberanía nacional como en el sentimiento escocés de considerarse a sí mismo un país en el que la relación entre el gobernante y los gobernados era, como en la Corona de Aragón, de carácter contractual. Robert Bruce fue ensalzado en la Declaración como «la persona que ha restaurado la seguridad del pueblo en defensa de sus libertades. Pero, después de todo, si el príncipe abandonase estos principios que ha establecido tan noblemente y consintiese en que nuestro reino estuviese sometido al rey y al pueblo de Inglaterra, actuaríamos de inmediato para expulsarlo como si fuese nuestro enemigo».”
“La crónica de Geoffrey de Monmouth fue una de las que utilizó Eduardo I cuando planteó sus reclamaciones a la corona imperial y a la soberanía sobre Escocia. Desde el momento en que podía demostrarse que Arturo había gobernado todas las islas Británicas, resultaba evidente que los escoceses eran, y continuarían siendo, vasallos de la corona imperial inglesa.”
“En el siglo IX, después de la conquista islámica de la mayor parte de la península, los reyes cristianos de Asturias, en la parte no conquistada del norte de España, se consideraban descendientes directos del legendario Pelayo, hijo del último monarca visigodo —una reivindicación de la que se apropiarían los reyes de León y de Castilla en el siglo XI, los cuales creían que su misión era la de restaurar la cristiandad en la península y reconstruir el imperio de los godos—.”
“Un catalán, Cristòfor Despuig, escribía en 1557 quejándose de que los castellanos tenían una opinión tan elevada de sí mismos que trataban al resto de los mortales como si fueran barro: «volen ser tan absoluts i tenen les coses pròpies en tan, i les estranyes en tan poc que sembla que són ells sols vinguts del cel i que la resta dels homes és eixit de la terra».”
“Isabel la Católica se preguntaba si «¿no sería mejor reducir a estos aragoneses por la fuerza de las armas que enfrentarse a la arrogancia de sus Cortes?». Frente a estas amenazas, era natural que los catalanes, como los valencianos y los aragoneses, se aferrasen tenazmente a sus fueros y libertades.”
“En cualquier caso, Barcelona y la región circundante se convirtieron en parte del Imperio de Carlomagno, aunque a la larga los descendientes de Carlomagno pusieron de manifiesto su incapacidad para garantizar su protección y a finales del siglo X los condes de Barcelona renunciarían a su vasallaje.”
“Según la leyenda, Wifredo el Velloso, que gobernó Barcelona, quizá como su primer conde independiente desde el año 870 hasta el 897, acudió en ayuda del emperador carolingio Luis el Piadoso en su guerra contra los moros o normandos y fue recompensado con una donación de armas. Tras ser herido en el campo de batalla, el emperador mojó su mano derecha en la sangre del conde Wifredo y marcó cuatro franjas rojas verticales en su coraza dorada en reconocimiento de su valentía. La simbólica divisa proporcionaría en su momento la bandera nacional —la senyera— a los catalanes, el equivalente de la bandera de los escoceses —la saltire— mostrando la cruz de su patrón, san Andrés, el cual se creía que había evangelizado a sus antepasados escitas.”
“En Escocia, al igual que en Cataluña, las consecuencias de un comportamiento agresivo de un vecino más poderoso eran simplemente las de reforzar el sentido colectivo de la patria. “ “Para la mayor parte de los escoceses el verdadero significado de la palabra Bretaña se asociaba a las reclamaciones inglesas sobre el señorío feudal y su hegemonía.”
“Para los escoceses, una unión de tipo federal de socios iguales y autónomos era la única forma de unión que podía garantizar la existencia de su reino. Para los ingleses, una unión mediante la incorporación era la única aceptable, y debía ser una incorporación bajo las condiciones inglesas.”
“En la misma península, los castellanos se aseguraron de que todos los cargos de la Corona de Castilla fuesen ocupados por ellos y rechazaron cualquier intento de catalanes, aragoneses y valencianos de romper su exclusivo dominio de los nombramientos cortesanos.”
“Igualmente, en cierta medida, las políticas de exclusión aplicadas en la península se extendieron también a las Indias. Técnicamente el Imperio americano pertenecía a Castilla por derecho de conquista, y existían serias dudas sobre si los habitantes de los reinos aragoneses tenían derecho a viajar o a establecerse en las Indias sin que antes hubiesen obtenido la naturalización castellana.”
“Sin embargo, los escoceses se sintieron orgullosos por participar en las compañías del comercio ultramarino, pero aquí tropezaron con una firme resistencia, parecida a la que frustró cualquier esperanza a los territorios de la Corona de Aragón de poder participar en el comercio directo con las Indias —un comercio sobre el que Sevilla disfrutaba de un monopolio exclusivo—. Para los ingleses, las aventuras coloniales y los frutos del imperio de ultramar debían permanecer en manos inglesas.”
“Hacia la década de 1630, no solo las Highlands, sino también los Condados del Medio escoceses e ingleses se habían convertido de nuevo en una turbulenta región de bandolerismo y de vendettas.”
“También en Cataluña el bandolerismo se había convertido en endémico a comienzos del siglo XVII. Siempre había habido bandidos y bandoleros en la Cataluña rural y en las regiones montañosas del norte, de la misma forma que los había habido en las Highlands y en las fronteras angloescocesas. En Cataluña, como en el norte de Inglaterra y de Escocia, la falta de ley se debía al desempleo, el hambre y la miseria, pero también el orden público decayó en el principado durante los últimos años de Felipe II.”
“La relación entre el principado y Madrid ya era, pues, delicada cuando Felipe IV llegó al trono en la primavera de 1621.”
“En las cortes de Aragón y Valencia, Olivares solo obtuvo un escaso éxito y ninguno en Cataluña, donde su propuesta de la Unión fue considerada un preludio para llevar a cabo un intento de subvertir las leyes y las libertades del principado y convertirlo en el sujeto de los caprichos de un gobernante autoritario, como ya lo era Castilla.”
“En esto España llevaba un siglo de ventaja a Gran Bretaña. Hacia finales de siglo XVI los escasos nobles titulados catalanes habían contraído matrimonio con las más elevadas capas de la nobleza castellana y se habían juntado con nobles de otros reinos y territorios de la monarquía en la corte de Madrid, o cuando desempeñaban cargos en unos y otros de sus dominios, o en misiones diplomáticas.”
“La verdad es que la monarquía compuesta de España había conseguido hacia 1700 un grado de integración que Jacobo VI/I ni siquiera había podido soñar.”
“Escocia, dividida geográficamente entre las Highlands y las Lowlands y las islas septentrionales y las meridionales, difícilmente podía ser considerada una sola nación, y esa división geográfica se completaba con una creciente división lingüística y cultural. Desde finales del siglo XIV, el gaélico, la lengua más hablada hasta entonces en toda Escocia, estaba replegándose en la sociedad de los clanes de las Highlands frente al avance norteño del «scottis», la versión inglesa de la escocesa lowland, una lengua considerada cada vez más como el signo de la civilización y del estatus social.”
“Después de siglos de unión, Aragón, Valencia y Cataluña eran aún en cierto sentido extrañas unas a otras, tanto política como culturalmente. Los aragoneses hablaban castellano, y mientras que el castellano iba ganando terreno, los valencianos y los catalanes, y también los mallorquines, continuaban hablando su propia lengua.”
“Entonces ¿qué razón había para esperar la desaparición de las barreras que el tiempo había levantado entre Cataluña y Castilla, o entre Escocia e Inglaterra?”
“«No soy yo nacional —declaró el conde-duque en una ocasión—, que es cosa de muchachos». Por otra parte, los súbditos que tenían que hacer frente a una nueva petición de impuestos y a unas indeseables alteraciones de las tradicionales costumbres y hábitos, veían con profunda desconfianza los llamamientos a abandonar los viejos odios y a unirse en aras del bien común. No era extraño, lo mismo en España que en Gran Bretaña, que las iniciativas reales para el cambio de actitud cayeran en saco roto. Tanto en una como en la otra, había una oposición instintiva a todo lo que oliese a novedad.”
“La recuperación de tierras enajenadas a la Corona era también uno de los instrumentos para recaudar impuestos contemplados en Madrid para financiar la Unión de Armas del conde-duque. Se decía que en Cataluña la corona perdía cuatrocientos mil ducados al año en favor de los nobles y de los caballeros como consecuencia de su repetido fracaso para recuperar las tierras «usurpadas».”
“La Ley de Revocación creó un gran resentimiento y contribuyó en gran manera a alejar a la nación política escocesa del rey.”
“«El reino de Escocia ha sido siempre muy celoso de que la continuada ausencia del rey les hubiese reducido poco a poco hasta convertirse en una provincia de Inglaterra y caer bajo sus leyes y su Gobierno, al que no se sometería nunca».”
“Tanto los escoceses como los catalanes y portugueses temían ser reducidos por su vecino más poderoso a un mero Estado provincial.”
“En 1632, cuando el rey volvió a Barcelona para una nueva sesión de las Corts, solo para que rechazasen por segunda vez la concesión de un servicio, los esfuerzos de la Corona para recaudar dinero incluso a través de los canales parlamentarios normales fueron mal recibidos.”
“En Cataluña la política eclesiástica de la Corona siempre fue capaz de provocar un aumento de la tensión, sobre todo en asuntos como el nombramiento de obispos castellanos para las diócesis catalanas y la concesión a los no catalanes de pensiones sacadas de los ingresos eclesiásticos.”
“El acuartelamiento de las tropas causó numerosos choques entre los soldados y la población local, y en la primavera y a comienzos del verano de 1640 se produjo un levantamiento de la Cataluña rural. Los rebeldes transmitieron su mensaje de desafío a las ciudades y el 7 de junio, día del Corpus Cristi, los segadors, que habían llegado a Barcelona con el fin de ser contratados para la recogida de la cosecha, se manifestaron con violencia y trataron de prender fuego al palacio virreinal. El virrey, el conde de Santa Coloma, un catalán de nacimiento que había llegado a identificarse estrechamente con Olivares y su política, pudo escapar del edificio, pero fue abatido por uno de los insurgentes cuando trataba de atravesar la playa rocosa con la esperanza de ser rescatado desde el mar por una galera.”
“Las fuerzas catalanofrancesas que defendían Barcelona derrotaron al ejército real en la montaña de Montjuïc que dominaba Barcelona. Cataluña estaba salvada, pero a costa del precio de convertirse en un protectorado francés. Quedaba por ver si Luis XIII de Francia sería mejor garante de las libertades catalanas que Felipe IV de España.”
“Al igual que los catalanes, los portugueses, aprovechando la distracción creada por los acontecimientos de la parte oriental de la península Ibérica, renunciaron a su lealtad hacia Felipe IV con la esperanza de acabar con los sesenta años de unión con España. Sin embargo, al contrario que los catalanes, contaban con un monarca potencial en la persona del duque de Braganza, un aristócrata de ascendencia real al que proclamaron como Juan IV del recién creado reino independiente de Portugal. Pocos meses después, en octubre de 1641, también Londres se enfrentaría a una segunda rebelión periférica, en esta ocasión en Irlanda.”
“Como en 1640, los campesinos chocaron con los soldados, aunque en esta ocasión los soldados eran franceses y no españoles. Hubo también conflictos entre las autoridades civiles y eclesiásticas de Cataluña y los virreyes franceses.”
“Después de algunos malos años, en 1687 se perdió la cosecha a causa de una plaga de langostas. En octubre se produjo un levantamiento en la villa de Centellas cuando las tropas reales fueron enviadas allí para imponer una contribución a sus gastos de mantenimiento. El levantamiento se extendió y acabó desembocando en 1688 en una revuelta rural masiva por todo el principado y los insurgentes marcharon sobre Barcelona como en la primavera de 1640.”
“Felipe podía sentir que al hacer caso del consejo de su abuelo de tratar a los catalanes con cuidado, había gestionado una situación potencialmente difícil con éxito.”
“Resulta sorprendente el contraste entre la bienvenida ofrecida por los catalanes a Felipe V en 1701 y su satisfacción por el resultado de las Corts de 1702, y su rebelión contra el legítimo gobernante tres años más tarde. Las razones por las que al final resultó ser una elección desastrosa ha dado lugar a un largo debate histórico y no puede entenderse en un contexto únicamente catalán. La determinación del emperador, de Guillermo III y de los holandeses de impedir que España y su imperio cayese en las manos de Luis XIV y la llegada del archiduque Carlos a Portugal, quien terminó en las filas aliadas, convirtió la guerra de Sucesión en una guerra civil española.”
“El 29 de junio de 1707, pocas semanas después de que se hiciese efectiva la Unión angloescocesa, Felipe V, aprovechando la victoria de su ejército en Almansa, decretó la abolición de los fueros y privilegios de los reinos de Aragón y Valencia.”
“También se daba cuenta de que en una política donde el desorden había llegado a ser endémico y la libertad era demasiado propensa a degenerar en libertinaje, un monarca Borbón ofrecía una mayor garantía a largo plazo de estabilidad política y social. Además, Felipe V era el legítimo gobernante y siempre había habido tradicionalistas en la Corona de Aragón, como el conde de Robres, que lo respetaron como tal y permanecieron leales a él, aunque sin duda muy desilusionados por la abolición en Valencia y en Aragón de los fueros y las libertades que había jurado observar.”
“Cuando en 1709 Felipe V rompió con el papado su acuerdo de aceptar la reclamación del archiduque al trono español, los clérigos seculares, en su mayor parte austracistas, atacaron a los miembros de las órdenes religiosas, a las que consideraban desleales.”
“La Administración tory, mientras mostraba gestos compasivos se preparaba para romper la solemne promesa hecha a los catalanes, si es que resultaba ser una condición necesaria para llegar a la paz. Por su parte el emperador, aunque presionaba a Felipe para que respetase las constituciones catalanas, decidió que había llegado la hora de evacuar sus fuerzas del principado, y urgió a los catalanes a que alcanzasen un acuerdo con el rey antes de que fuese demasiado tarde.”
“Hacia el comienzo de 1714 Cataluña ya fue ocupada por un ejército de cincuenta y cinco mil hombres y gran parte de la resistencia se redujo a Barcelona y sus alrededores. En palabras de uno de sus partidarios británicos «ahora se ven acosados por los dos lados, la destrucción les amenaza y parecen haber llegado al punto de ser sacrificados al resentimiento de un príncipe enojado».”
“Hacia finales de julio de 1714 cuarenta mil soldados rodearon la ciudad que se hallaba defendida por solo cinco mil hombres, la mayoría de los cuales eran miembros de las compañías de milicias formadas por los gremios. Durante las siguientes semanas la población hambrienta pudo resistir, pero el 11 de septiembre, después de que un prolongado bombardeo abriese numerosas brechas en las murallas de la ciudad, el ejército del duque de Berwick emprendió el asalto final. Rafael Casanova, el conseller en cap, no tuvo más remedio que rendirse formalmente. El sitio, que había durado un año y tres meses y había presenciado actos de heroísmo extraordinarios por parte de sus habitantes, tocó a su fin. El principado estaba ahora en manos de Felipe V, y pronto no tardaron en ponerse en marcha medidas represoras. El Consell de Cent de Barcelona fue disuelto, muchos de los líderes austracistas marcharon al exilio o fueron a reunirse con el emperador en Viena; se demolieron novecientas casas en el barrio de la Ribera para dar paso a la construcción de una gran fortaleza, la Ciutadella, para garantizar que Barcelona quedaría en el futuro bajo estricto control real.”
“Ahora, con el triunfo de los Borbones habían triunfado las fuerzas del despotismo, y cuando Felipe V se tomó su tiempo entre 1714 y 1716 para decidir exactamente el sistema de Gobierno que debía establecerse en Cataluña, había muchas razones para temer que Madrid, para cumplimentar el gran proyecto de Olivares cerca de un siglo antes, estaba a punto de reducir el principado «al estilo y leyes de Castilla».”
“Algunos ministros creían que el sistema de leyes y de Gobierno castellano no se adaptaba bien a las realidades de Cataluña o al carácter de sus habitantes, quienes, en palabras de uno de ellos, José Patiño, «son apasionados de su patria, con tal exceso que les hace trastornar el uso de la razón, y solamente hablan su lengua nativa».”
“Así pues, la forma en que fue introducida la Nueva Planta en Cataluña se parecía al acuerdo de 1707 en Escocia en el que se preservaba el antiguo sistema legislativo en las cuestiones de derecho privado.”
“Había, sin embargo, una diferencia constitucional fundamental entre la unión por incorporación impuesta en Cataluña y la unión angloescocesa de 1707. Bajo el nuevo sistema, Cataluña perdió la eficaz forma de representación que había mantenido durante siglos. No solo fueron abolidas las Corts, su tradicional foro legislativo, sino que el principado se encontró incorporado a una entidad política más grande en la que el rey estaba efectivamente por encima de la ley. Aunque a algunas ciudades de la Corona de Aragón les otorgaron asientos junto a los de las ciudades castellanas en las Cortes de Castilla, que ahora se convertían en una auténtica institución española, las Cortes habían dejado de ser una asamblea dinámica y solo se reunirían en raras ocasiones y con propósitos puramente formales a lo largo del siglo XVIII. Se trataba, por tanto, de un mero gesto vacío de contenido.”
“Es cierto que los catalanes estaban ahora representados en las Cortes, y que la introducción de representantes de la Corona de Aragón había convertido a las Cortes en españolas, diferentes a la institución castellana, pero también la llegada de los escoceses a Westminster había transformado al Parlamento inglés en un Parlamento británico.”
“En muchos aspectos, el principado fue tratado como un territorio ocupado, y durante el resto de la centuria se acantonó un ejército real de entre 20.000 y 30.000 hombres en suelo catalán, con Barcelona como su principal sede militar. Se demolió una gran zona urbana para dejar paso a la construcción de la opresiva nueva fortaleza, la Ciutadella, que dominaba la ciudad. Esa fortaleza, que sucesivas generaciones han considerado como un símbolo del absolutismo y la opresión, no comenzaría a ser demolida hasta la adopción de una acción unilateral y no autorizada por parte de una junta municipal en 1841.”
“Entre 1720 y 1726 el catastro recaudó no más del 40 por ciento de la suma anticipada.[17] La cifra inicial tuvo que ser reducida a causa de las continuas protestas, pero el catastro, aireado con frecuencia como un instrumento fiscal racional y modernizador que contribuyó a estimular el desarrollo económico del principado, parece ahora que fue una imposición arbitraria e injusta. Las cantidades que debía recaudar se elevaron a lo largo del siglo, dejando a gran parte de la población catalana con una carga fiscal que ha sido calculada como el doble de lo que pagaban los contribuyentes castellanos.”
“La Nueva Planta extendió su acción más allá de los planes culturales del principado para incluir regulaciones que afectaban a su lengua. La lengua y la cultura de Castilla habían efectuado ya sustanciales avances entre la élite catalana mucho antes de la llegada de los Borbones, de la misma forma que el inglés había tendido a reemplazar el escocés vernáculo como la lengua literaria de Escocia entre los siglos XVII y XVIII; e incluso en las Highlands en las que se hablaba gaélico, los jefes principales se habían convertido en bilingües en inglés y en gaélico. Sin embargo, inevitablemente, la imposición del Gobierno Borbón proporcionó un ímpetu especial al proceso de castellanización lingüística y cultural de Cataluña, Valencia y Mallorca. En adelante, el castellano sería la lengua oficial de la Administración pública en el principado y su uso se hizo obligatorio en todos los pleitos llevados ante la Audiencia.”
“Bajo el Gobierno de los Borbones, las provincias vascas y Navarra se aferrarían con orgullo a las instituciones y exenciones establecidas desde un pasado que no habían sufrido ninguna ruptura como resultado de la guerra ni de sus consecuencias. Por el contrario, los catalanes solo podían mirar hacia atrás añorando un pasado que se había marchado y adaptarse lo mejor posible a un futuro que se presentaba con incertidumbre.”
“Después de todo, el principado de Cataluña había sido desde el siglo XII en adelante parte de una agrupación política más amplia, la Corona de Aragón, y a pesar de toda la influencia que ejerció en muchos momentos sobre los asuntos de la Corona, no puede ser denominado exactamente como un Estado «completo» o «soberano», por muy fuerte y bien desarrollada que estuviese su organización institucional y fiscal. Incluso antes de la unión de finales del siglo XV de las Coronas de Aragón y de Castilla, era menos un Estado independiente que la Escocia medieval. En 1707, el reino de Escocia, o su clase gobernante, escogió sacrificar esa independencia a cambio de los beneficios, reales o imaginados, que le podía proporcionar una unión más estrecha con su vecino. De esos beneficios, la integración económica era lo que más ansiaban los escoceses. Era de esperar que la unión con Inglaterra pusiese en contacto a su país con una economía más boyante que la suya y abriese la puerta a las oportunidades comerciales coloniales y ultramarinas que habían buscado infructuosamente en el fallido proyecto Darién. Con todo, una vez que se firmó el Tratado de la Unión, las perspectivas de una unión que generase un gran crecimiento económico eran todavía lejanas, y una unión por incorporación tendría unas consecuencias para la sociedad escocesa que no se podían prever más que aquellas que esperaban a Cataluña después de la Nueva Planta.”
“Sin embargo, en los años inmediatamente posteriores a la Unión, este elevado grado de estabilidad parecía lejos de estar asegurado. Si bien es cierto que los catalanes quedaron después de 1714-1716 con pocos motivos de esperanza, la historia de Escocia en los años posteriores a la Unión fue también una historia de expectativas frustradas. La desilusión comenzó con el fracaso al no conseguir acuerdos administrativos satisfactorios para el funcionamiento paulatino de la Unión —un fracaso en el que los escoceses tenían la mayor responsabilidad—. La influencia política de la casa de Argyll fue amenazada por la agrupación política del Squadrone, que había desempeñado una parte importante en la aprobación del Tratado de la Unión. El resultado de sus maquinaciones con propósitos electorales a corto plazo fue la abolición en 1708 del Consejo Privado escocés, el cual desempeñaba tradicionalmente el papel de Gobierno ejecutivo de Escocia y de canal de comunicación oficial entre Westminster y Edimburgo. El Squadrone alegaba que ya no era necesario el Consejo Privado escocés, ya que la jurisdicción de un Consejo Privado británico posterior a la Unión incluía a Escocia; pero en realidad la verdadera explicación era que mientras que el Consejo Privado escocés sobreviviera y estuviese dominado por los opositores al Squadrone en el partido de la Corte, las ganancias que podía obtener del acuerdo de la Unión serían escasas y la influencia de sus partidarios en Escocia, limitadas.”
“Estaba quedando claro que la Unión no había traído mejoras para el Gobierno de Escocia, mientras que la implicación de los escoceses en la vida política británica estaba dando fuerza a los feudos facciosos escoceses ahora que su capacidad de acción, y sus potenciales beneficios, eran mucho mayores. También había desilusión por el fracaso de la Unión en aportar, como por arte de magia, los esperados beneficios económicos.”
“Al mismo tiempo, la política proteccionista de Inglaterra y la imposición de un aparato burocrático para sus aduanas e impuestos indirectos en Escocia estaban dañando el comercio escocés y dieron lugar a que se introdujese a los escoceses en un desacostumbrado y molesto grado de rigor en la recaudación de los derechos de aduana.” “ El optimismo de Carlos Eduardo no era totalmente infundado. Westminster, con la habitual mezcla de arrogancia, falta de delicadeza y negligencia que había mostrado en sus negociaciones con Escocia, era muy impopular, incluso entre los que no participaban de la línea jacobita. Aunque el clero presbiteriano, los municipios y las Lowlands en general, con la excepción de las llanuras del nordeste, eran enemigos de la causa del príncipe, su falta de entusiasmo por el régimen gobernante, proporcionó a este una ventaja inicial. Con el apoyo de los jacobitas convencidos y de un grupo de jefes de las Highlands que podían apelar a los seguidores de sus clanes, en total más de cinco mil, Carlos Eduardo pudo tomar Edimburgo y llevar a cabo un avance espectacular hacia Inglaterra casi sin oposición. A partir de entonces, parece que perdió fuerza y no pudo pasar de Derby. Era solo cuestión de tiempo que el atemorizado Gobierno recuperase la confianza. En Culloden el 16 de abril de 1746, la banda de hambrientos y mal equipados seguidores de las Highlands no tenían ninguna esperanza frente a las bien armadas y abastecidas fuerzas gubernamentales, incluidos muchos soldados escoceses que habían sido llevados hacia el norte bajo el mando del virulento antiescocés duque de Cumberland. Esta vez, a diferencia de 1715, el Gobierno no dudó. Su respuesta fue similar a la del Gobierno borbónico de Felipe V en Cataluña entre 1714 y 1721. Las medidas contra la insurrección adoptadas por Cumberland y la represión salvaje que siguió a su victoria tenían la intención de acabar con el poder de los clanes de las Highlands de una vez por todas. Cumberland se estableció en Fort Augustus, en el corazón de las Highlands; se construyó un nuevo Fort George al nordeste de Inverness como parte del proceso de remilitarización; los clanes fueron desarmados, y se prohibió llevar la vestimenta de las Highlands y tocar la gaita. Sin embargo, la medida más importante y más eficaz que se adoptó contra el sistema de los clanes fue la Ley de Jurisdicciones Heredables de 1747, que abolía la mayor parte de las jurisdicciones feudales escocesas desde marzo de 1748, a pesar del artículo de la Ley de Unión que garantizaba su supervivencia. Ni esta ni las medidas contra la insurrección fueron del todo eficaces, si bien en la segunda mitad del siglo las Highlands comenzarían de forma lenta pero segura la integración en una Escocia que había adoptado con entusiasmo creciente la idea de progreso.“ “Mientras que las viejas estructuras de la propiedad y de la herencia fueron liquidadas en Escocia, sobrevivieron sin embargo en la Cataluña del siglo XVIII a pesar de la llegada de la Administración borbónica, deseosa de apretar las clavijas a una tierra rebelde. En Escocia, el Gobierno consideraba que el gran reto para su autoridad era el sistema de clanes de las Highlands —un criterio ampliamente confirmado por las rebeliones jacobitas—. Por lo tanto, era esencial eliminar a aquellos elementos de la sociedad de las Highlands que estimulaban el desgobierno y la inestabilidad, y que hacían posible que los jefes de los clanes armasen ejércitos privados. Es cierto que la Cataluña rural, especialmente en la región montañosa de los Pirineos, poseía un historial de bandolerismo y de ausencia de ley comparable al de las Highlands escocesas, pero eran las ciudades, y sobre todo Barcelona, las que se habían mostrado como las más fervientes partidarias de un sistema de derechos y de libertades al que Madrid había considerado tradicionalmente como el camino hacia la anarquía y la rebelión. “
“Entre 1720 y los primeros años del siglo XIX, tanto Escocia como Cataluña experimentaron grandes transformaciones. Entre las más llamativas destaca el aumento de sus habitantes. La población de Escocia alrededor de 1700 era de poco más de un millón. Una estimación de aquel tiempo para la década de 1750 elevaba la cifra hasta 1.265.000 (aproximadamente la mitad de la de Irlanda) y desde entonces, a pesar de una emigración importante, se produjo un crecimiento continuo y acelerado. El censo de 1801 atribuía a Escocia una población de 1.608.000 habitantes al compararla con la de alrededor de 20 millones de Inglaterra y Gales. En 1821, la población de Escocia había aumentado espectacularmente hasta alcanzar algo más de 2 millones. Las estadísticas de la Cataluña del siglo XVIII han sido objeto de muchos debates, pero una población de posiblemente 700.000 habitantes en 1717 podía haberse duplicado en el curso de setenta años hasta alcanzar la cifra de 1.200.000 en 1787, de un total de alrededor de 10 millones para toda España.”
“En su rebelión anterior, los catalanes se habían fijado en el éxito de los holandeses como ejemplo de cómo podía desarrollarse el potencial económico con unos precarios inicios y en circunstancias muy adversas. Con una prosperidad basada en la expansión global y la capacidad industrial y empresarial de sus habitantes, la República de Holanda seguía siendo un modelo para los europeos del siglo XVIII, y también para los catalanes. Los avances agrarios, industriales y comerciales que se habían registrado en Cataluña antes de los conflictos de la década de 1690 y de la guerra de Sucesión española indican que no era ilusoria la confianza que tenía el principado en su futuro.”
“Los comerciantes, con su mirada puesta en el mercado interior español y el comercio con las Indias, se estaban organizando en compañías con sede en Barcelona, Mataró y otros puertos mediterráneos y estaban creando una comunidad de negocios con una voz cada vez más influyente en los asuntos del principado. En ese entorno prometedor, Feliu de la Peña y su círculo idearon grandes proyectos de regeneración de Cataluña y de España. Aunque las dos décadas de guerra interrumpieron esa trayectoria de crecimiento económico, se sentaron las bases para el impresionante desarrollo de la economía catalana de los años centrales y finales del siglo XVIII.” “Durante ese siglo, fue cuando los catalanes, despojándose de algunas de la imágenes negativas que se habían ido acumulando en torno a ellos, adquirieron una reputación de trabajadores industriosos, «los pueblos más trabajadores de toda España», como eran calificados en 1747. “
“El decreto de 1765 autorizaba por primera vez el comercio directo con navíos registrados individualmente que podían salir de Barcelona y de otros ocho puertos españoles. Años después se añadieron más puertos americanos y se establecieron colonias de mercaderes catalanes en las ciudades portuarias más importantes, como La Habana, Veracruz, Cartagena y Buenos Aires. Esas reformas culminaron con el famoso Decreto de Libre Comercio de 1778, mediante el cual se confirmaba, o se garantizaba, a trece puertos españoles, incluido el de Barcelona, el derecho a comerciar directamente con el Imperio español de Indias.”
“ Al menos algunas de las dificultades que experimentaron los mercaderes catalanes para establecerse en el imperio transatlántico de las Indias no eran tanto consecuencia de las deficiencias catalanas como de la prolongada debilidad del sistema atlántico español.“
“En 1760 los catalanes se quejaban de que la promesa que se hizo en la Nueva Planta de reciprocidad en los nombramientos de los cargos civiles y eclesiásticos no se había cumplido y que los mejores puestos en la Corona de Aragón estaban siendo ocupados por los castellanos.”
“Enfrentada, como Edimburgo, al reto que presentaba haber sido relegada a un estatus provincial, Barcelona no siguió el ejemplo de aquella de convertirse en la capital del conocimiento y de las artes. Su Acadèmia de Bones Lletres, fundada en 1729 para el estudio de la historia de Cataluña, fue una institución servil e ineficaz.[129] Ni tampoco produjo la ciudad ninguna figura prominente de la Ilustración europea, con la posible excepción del historiador y economista político Antoni de Capmany, cuya recopilación de documentos y de ideas innovadoras sobre las fuentes de la prosperidad económica y del progreso del principado durante la Edad Media contribuyó en gran medida a moldear la imagen de los catalanes sobre sí mismos como la de un pueblo comerciante e industrioso.”
“Hay un gran número de posibles razones que explican la ausencia de Barcelona de la lista de los más importantes centros culturales de la época. A pesar de la renovación del interés científico y de la investigación racional que se produjo a finales del siglo XVII, especialmente en los círculos cortesanos y en las regiones periféricas del país, en general España se quedó bastante atrasada con respecto a otros lugares de Europa a la hora de aceptar o promover las ideas de la Ilustración. Aunque los ministros borbónicos supieron promover las ideas y prácticas reformistas mediante la fundación de academias e impulsando la creación de sociedades para el desarrollo económico por toda la península, la mayor parte del país se mostró resistente al cambio. La Iglesia, la Inquisición y la censura del Estado, aunque cada una perseguía distintos objetivos, todas ellas ponían obstáculos a la libre investigación, impidiendo el desarrollo de la diversidad cultural e intelectual y de tolerancia con la disidencia. El destino de la History of America de Robertson, la cual, a pesar de su imparcialidad, fue condenada en Madrid por su supuesta postura antiespañola, era una muestra de los problemas con los que tenían que enfrentarse tanto los autores españoles como los extranjeros.”
“Aunque los catalanes del siglo XVIII mostraban más interés por la investigación técnica y utilitaria, especialmente en el campo de la medicina, que por la investigación filosófica, el país se mostraba incapaz de confirmar su sentimiento de identidad nacional mediante la innovación intelectual a la manera de Escocia. Sin embargo, podía conseguir mucho dedicándose a la industria y al negocio.”
“España no estaba preparada para la guerra que estalló en la primavera de 1793. Por todo el país la población se posicionó junto al régimen, arrastrada por una gran oleada de sentimiento patriótico y antifrancés que indicaba que el concepto de nacionalidad española que los monarcas y los ministros habían intentado inculcar desde la llegada de la dinastía, se había convertido en algo más que en un sueño Borbón. Con todo, si el pueblo estaba dispuesto a entrar en acción, el Ejército no lo estaba. Cataluña y las provincias vascas se hallaban expuestas al ataque francés y en 1793-1794 los recuerdos de los acontecimientos de 1640 y de 1705 influyeron a la hora de decidir la política de París y de Madrid hacia los catalanes. Los franceses, que esperaban un levantamiento catalán espontáneo siguiendo el ejemplo de 1640, enviaron un ejército invasor a la frontera, mientras que el Gobierno de Madrid, con su desconfianza congénita hacia los catalanes y soportando una deuda enorme, dudaba si enviar tropas en su ayuda. Su falta de confianza mostró ser errónea. Los catalanes organizaron una feroz resistencia que solo recibió un apoyo tardío e ineficaz de Madrid. Aunque los franceses consiguieron ocupar durante algún tiempo la mayor parte del norte de Cataluña, sus fuerzas se vieron obligadas a retirarse en el momento en que se firmó la paz entre Francia y España en julio de 1795. “
“No sería hasta 1833, después de la muerte de Fernando VII y del advenimiento de un Gobierno de regencia que incluía a los liberales amnistiados, cuando las regiones históricas de la «nación soberana» —Aragón, Cataluña, Valencia, Galicia— serían sustituidas por otras nuevas organizadas según el modelo administrativo francés. La misma Cataluña sería autorizada a conservar sus fronteras territoriales, pero fue artificialmente dividida en cuatro provincias distintas: Lérida, Barcelona, Gerona y Tarragona.”
“Al principio de la ocupación francesa, los magistrados de la Audiencia, el tribunal supremo de la justicia catalana, se enfrentaron a las autoridades francesas y se vieron obligados a huir o ser arrestados, para ser sustituidos por otros designados por los franceses. A comienzos de 1810 Napoleón decidió tratar a Cataluña de forma diferente al resto de las provincias españolas y anexionarla al imperio francés.”
“La gente en Escocia, como también en Cataluña, manifestaba un rechazo visceral al servicio militar obligatorio. La falta congénita de confianza hacia el catolicismo irlandés por parte de un Estado británico orgullosamente protestante, dio lugar a que los irlandeses disfrutasen de un control mucho menor sobre su vida institucional y doméstica que los escoceses, que tenían un grado mucho más alto de autogobierno como consecuencia de los términos del Tratado de la Unión, que les permitían conservar sus propios tribunales, iglesias y universidades, al mismo tiempo que dejaban intactos sus gobiernos municipales y sus jurisdicciones heredables. Aunque su economía había crecido, Irlanda se había quedado fuera del desarrollo transformador que tanto había contribuido a reconciliar a los escoceses con la Unión, mientras que los enconados agravios de la isla y las profundas divisiones religiosas habían provocado una situación explosiva que no tenía paralelo en Escocia. La rebelión fue seguida por una violenta represión que solo sirvió para alentar el resentimiento nacionalista.”
“Sin embargo, el sistema parlamentario británico proporcionó a los pueblos periféricos del Reino Unido —los galeses, los escoceses, y ahora los irlandeses— oportunidades para conseguir un espacio de maniobra política que no existió para los pueblos de España hasta que las nuevas constituciones liberales de la década de 1830 condujeron a una revitalización duradera de las Cortes como institución nacional; e incluso entonces su eficacia como cuerpo representativo no se vio asegurada del todo.”
“La memoria nacional, como ocurre siempre, es selectiva y está muy condicionada por el tiempo y por las circunstancias.” “Tanto en Gran Bretaña como en España y en buena parte de Europa, flotaba en el aire una cuestión en torno al proceso de crear estados-naciones unificados. ¿Cuánto espacio de sus respectivas comunidades nacionales se les permitiría a las partes constituyentes? En Gran Bretaña el asunto se manifestó de forma grave con la rebelión irlandesa de 1798. En España, los debates de las Cortes de Cádiz pusieron claramente de manifiesto la dificultad de conciliar los intereses particulares con el modelo de la unidad nacional que se buscaba con entusiasmo. Esta fue una cuestión que superó tanto a los liberales como a los conservadores. En Gran Bretaña, el asunto de la religión obstaculizaba la búsqueda de una solución para lo que se llegaría a conocer como «la cuestión irlandesa». En España, donde la causa de la reforma liberal se identificaba con la centralización, los catalanes y los vascos lucharon para encontrar o renovar cierto grado de autonomía dentro de un Estado unitario en proceso de reconstrucción. Su lucha se vio ayudada, y al mismo tiempo dificultada, por constantes, y a veces violentos, cambios de régimen.”
“Es propio de la naturaleza de la lealtad dual, o múltiple, que su coexistencia requiera un proceso constante de reconsideración del equilibrio a la luz de las presiones enfrentadas y de las circunstancias cambiantes.”
“Las circunstancias cambian; los individuos vienen y van; y los compromisos se buscan y a veces se cumplen, para restablecer el antiguo equilibrio o para establecer uno nuevo. Hacia comienzos del siglo XIX el patriotismo dual había echado raíces, al menos entre las clases gobernantes, tanto en Escocia como en Cataluña.”
“También durante esos años la introducción de la máquina de vapor produjo la modernización de la industria textil catalana. Las grandes inversiones en las manufacturas por parte de dinastías empresariales como los Güell, que hizo su fortuna en el comercio con Cuba, llevaron a una impresionante diversificación de la economía catalana durante las décadas centrales del siglo a medida que se abría a una gama más amplia de productos de consumo. Alrededor de la década de 1860, Cataluña se había convertido en una de las regiones industriales más dinámicas de Europa. No solamente dominaba el mercado doméstico español, sino que también se quedó bien integrada en el sistema internacional de comercio. En el corazón de esta sociedad industrial se hallaba la ciudad portuaria y manufacturera de Barcelona, el eje de una creciente red regional de humeantes ciudades industriales como Manresa, Terrassa y Sabadell. Hacia 1850 era la segunda ciudad más grande de España, con una población de alrededor de 175.000 habitantes, frente a los 218.000 de Madrid. Sin embargo, hacia finales de la centuria el número de sus habitantes había alcanzado casi los 540.000 de la capital.Pero las dos ciudades se diferenciaban mucho en su ambiente y en personalidad. Madrid no era centro de ninguna manufactura y dependía para su abastecimiento de la región agrícola que la circundaba y de la red urbana del interior de Castilla. A diferencia de Barcelona, no tenía acceso al mar y tenía que depender del anticuado transporte terrestre hasta la llegada del ferrocarril en los años posteriores a 1860. También, a diferencia de Barcelona, su poder era esencialmente político y administrativo, y a través del patrocinio administrativo y político luchaba para integrar a las diferentes regiones de España en la entidad única que estaba intentando formar de acuerdo con las necesidades modernas.”
“Las epidemias, como las de cólera de 1834 y 1854, cuando Barcelona perdió el 3 por ciento de su población como consecuencia de la enfermedad, golpeaban de manera periódica a las masificadas casas de vecindad; y una ciudad a la que no le resultaban extraños los disturbios presenció un aumento del radicalismo y el estallido de movimientos ludistas de destrucción de maquinaria, incluyendo el terrible ataque premeditado que quemó el nuevo modelo de molino textil de Bonaplata en 1835.”
“ A medida que se multiplicaban los contactos entre las ciudades y el campo, las transformaciones industriales y agrícolas fueron de la mano, aunque tanto Escocia como Cataluña continuaron siendo predominantemente sociedades rurales, al menos hasta mediados del siglo XIX. Las familias de comerciantes de Barcelona invirtieron mucho en los nuevos proyectos industriales; el Glasgow de finales del siglo XVIII, la capital tabaquera de la economía atlántica británica, tenía sus «señores del tabaco», quienes, al igual que los señores del azúcar, vivían prósperamente, compraban propiedades campestres en las proximidades de la ciudad y, como sus equivalentes de Barcelona, invertían en cualquier proyecto que prometiese grandes beneficios.“
“Muchos miembros de la élite mercantil de Glasgow habían pasado algún tiempo en la universidad de la ciudad, y en Glasgow, como en Edimburgo, había una fuerte cultura urbana de clubes, cafés y sociedades de debate. En Cataluña, la Universidad de Cervera, con solo 137 estudiantes, fue finalmente cerrada en 1837 y sus profesores fueron transferidos a Barcelona, donde no había habido universidad desde que los Borbones la habían clausurado. La educación de la élite de la ciudad había sido encomendada en su mayor parte a las órdenes religiosas, especialmente a los jesuitas. Como en Edimburgo y en Glasgow, la Barcelona del siglo XIX presenció la creación de nuevos centros sociales y culturales, como el Ateneu Barcelonès, fundado en 1835, que se convertiría en el nido del liberalismo y el romanticismo catalanes; el Ateneu Català, fundado en 1860, y el teatro del Liceu, de 1837, cuyo espléndido edificio que se inauguró con gran pompa diez años más tarde, se convertiría en el corazón de la vida musical de Barcelona.”
“España, por el contrario, no consiguió alcanzar una estabilidad política duradera durante muchas décadas, y ese fracaso tuvo profundas consecuencias para las relaciones entre Cataluña y el Estado español.”
“Mientras que la aparición de un rey vestido con tartán en su capital del norte podía ser considerada como un acto simbólico de reconciliación de la Corona con la Escocia de las Highlands, la visita de Fernando a Cataluña fue el preludio de una nueva y salvaje represión. Al hacerlo, se ganó el masivo alejamiento de la juventud de la causa monárquica y convirtió a Barcelona en un bastión del liberalismo.”
“Los liberales acompañaron esta medida con la aprobación de una nueva Constitución radical en 1837, una Constitución que, a pesar de los ataques a las propiedades de la Iglesia, preservaba la privilegiada situación de la Iglesia en España.”
“En España en 1869, a raíz de la revolución de 1868, volvería a ponerse en vigor el sufragio universal masculino originalmente contemplado en la Constitución de Cádiz. Se retiraría en 1878, pero fue restablecido en 1890. A Gran Bretaña no llegó hasta 1918.”
“Sin embargo, si las élites inglesa y escocesa estaban sustancialmente de acuerdo en la clase de nación que tenían y en la que querían, sus equivalentes españoles se hallaban lejos de estarlo. Existían grandes diferencias de opinión en torno al concepto de nación española y sobre el lugar que Cataluña debía ocupar en ella, de tal forma que la construcción de la nación tenía todavía por delante un largo camino que recorrer.” “En España, Carlos III dio órdenes en 1785 para que la Armada enarbolase una enseña nacional roja, amarilla y roja. Esa bandera se convirtió en un símbolo de resistencia frente a la invasión napoleónica y los liberales no tardaron en adoptarla. Sin embargo, los carlistas escogieron enarbolar la bandera blanca con la cruz de Borgoña, que databa del reinado del emperador Carlos V. Aunque el Gobierno adoptó oficialmente la bandera roja y gualda en 1843, hasta 1908 no se dieron órdenes para mostrarla en todos los edificios públicos. El himno nacional español tuvo todavía un recorrido más accidentado. De nuevo, en 1908 fue cuando la marcha real del siglo XVIII, el Himno de los granaderos, adquirió finalmente un estatus oficial, pero solamente como una música sin acompañamiento de palabras.”
“El hecho de que la huelga de los trabajadores textiles de Barcelona en 1855 se convirtiese en la primera huelga de trabajadores de toda España, era un augurio de lo que podía producirse en adelante.”
“Los vascos y los andaluces habían sido siempre más importantes para la Administración central que los catalanes y los valencianos y se habían valido de su posición en el centro del Gobierno para levantar redes clientelares que vinculaban Madrid con sus respectivas provincias. “
“Como se lamentaba Balaguer, la historia de España se interpretaba con demasiada frecuencia desde el punto de vista de Castilla, y esto era «un grave error. La España es un compuesto de diversas nacionalidades. Hoy son provincias las que, hace pocos siglos, eran reinos y naciones».”
“Los escoceses de mediados del siglo XIX estaban menos obsesionados con la posible pérdida de la identidad nacional y con la recuperación de su pasado, sobre todo porque se encontraban más cómodos que sus contemporáneos catalanes dentro de una entidad política mayor de la que formaban parte. El imperio y la industrialización estaban proporcionando una prosperidad sin precedentes a su país, aunque los escoceses, al igual que los catalanes, estaban experimentando los desajustes sociales que acompañaban el crecimiento industrial.”
“Los nacionalistas catalanes que regresaron de Cuba inventaron en 1915 una bandera separatista catalana, la estelada, que introdujo en las barras rojas sobre fondo amarillo de la bandera tradicional catalana, la senyera, una estrella de cinco puntas en un triángulo azul inspirada en las banderas de Cuba y de Puerto Rico. Cien años más tarde, la estelada, recogida por los partidarios de la secesión, se colgaría en los balcones de numerosos edificios oficiales y privados.”
“Federalismo, republicanismo y regeneración podían estar a la orden del día, pero cuando los republicanos federales ocuparon finalmente el Gobierno en 1873 fracasaron estrepitosamente, en parte por las fuertes divisiones existentes entre los federalistas extremistas y aquellos que temían que el federalismo intransigente terminase con una ruptura de España. Su corto y precario disfrute del poder sirvió para desacreditar su causa, y la restauración de la monarquía en 1874”
“Macià era todavía una figura marginal, cuya admiración por el conflicto armado del movimiento republicano irlandés suscitó escaso interés en Cataluña, donde no había ninguna tradición de recurrir a las armas para impulsar el nacionalismo. Más significativo para el debilitamiento del partido fue la actitud que adoptó durante la huelga general de febrero de 1919, conocida como la Canadiense porque comenzó con una disputa por la paga en el complejo hidroeléctrico canadiense que abastecía a Barcelona de luz y energía. La disputa paralizó la ciudad y se convirtió en un amargo conflicto entre los empresarios y la CNT. Todo culminó con el arresto de los sindicalistas, el debilitamiento de la CNT y el nombramiento de un general como nuevo gobernador civil. Sus intentos de acabar con los anarquistas y los agitadores inició un periodo todavía más violento entre los trabajadores y sus empresarios, que ahora dependían más de los militares para que les solucionasen los conflictos.”
“Por todo el continente, las democracias parlamentarias, tal y como entonces se llevaban a la práctica, habían puesto de manifiesto sus defectos. Los partidos políticos se habían mostrado propensos a rendirse ante las presiones de los grupos de interés, la corrupción era habitual, y los gobiernos subían y caían con alarmante facilidad.”
“En Cataluña, los acontecimientos de los últimos años jugaron a favor de Primo de Rivera, al hacerlo beneficiario del mutuo cansancio de los industriales entre 1917 y 1923 por un parte y del movimiento obrero contrario, por otra. Los empresarios y su liderazgo político se habían mostrado incapaces de aceptar la idea de una sindicalización eficaz de las clases trabajadoras. Los sindicalistas por su parte habían vuelto la espalda a los planes de la Lliga para la creación gradual en Cataluña de una cultura cívica. Con los dos lados ignorándose el uno al otro, se creó un vacío político que llenaron los militares.”
“Cerca de 668.000 escoceses se alistaron en las fuerzas de la Corona durante la Gran Guerra, lo que suponía un desproporcionado número de voluntarios en comparación con Inglaterra y Gales. Los regimientos escoceses, aunque ya no dominados por los Highlanders que habían contribuido tanto a que Gran Bretaña consiguiese su imperio, mantuvieron las tradiciones marciales del país y fueron una constante fuente de formidable orgullo patriótico.”
“El régimen de Primo de Rivera proclamó la hispanidad de una patria española que abarcaba la religión, la monarquía y todos aquellos rasgos tradicionales, como las corridas de toros y el flamenco, que hacían de España algo único y exclusivo entre las naciones del mundo.”
“Por encima de todo, la España de la década de 1920 estaba atrapada, como toda Europa, por el gran conflicto ideológico del momento, el conflicto entre la derecha y la izquierda, entre los socialistas y los fascistas, aunque ese conflicto se hallase matizado en España por circunstancias específicamente españolas y tuviese su particular sello español.”
“Los diputados catalanes en el Congreso se quejaban, como de costumbre, del mal trato que sufría la región por parte del Estado español, argumentando que, mientras que Cataluña contaba solamente con el 11 por ciento de la población española, proporcionaba al Estado más del 19 por ciento de sus ingresos.”
“Con gran habilidad, Suárez desmanteló el aparato franquista pieza a pieza y articuló con éxito la pacífica transición del país, de un Estado autoritario a una monarquía parlamentaria basada en los principios democráticos. La entusiasta celebración en junio de 1977 de las primeras elecciones generales libres en cuarenta años señaló el punto al cual no habría ya retorno como no fuese por medio de un golpe militar.”
“Cuando fueron añadidas más tarde otras regiones hasta alcanzar la cifra de diecisiete, esa distribución, que llegaría a ser calificada como «café para todos», crearía serios problemas en el futuro, disponiendo en contra a las tres comunidades «históricas» que creían que su singularidad histórica les proporcionaba un «hecho diferencial» y les daba derecho a un trato preferencial. «Nacionalidades» fue considerado un término más neutral que «nación», el cual fue evitado cuidadosamente excepto cuando se aplicaba a España. Parecida tensión se advierte en el artículo 3, que establece que «El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla. Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas […]». Con la organización terrorista vasca ETA perpetrando 236 asesinatos entre 1975 y 1980, la cuestión de la nacionalidad se iba a convertir en fuente continua de controversia, y resultó ominoso que el Partido Nacionalista Vasco (PNV) se negase a votar en las Cortes la nueva Constitución basándose en que no reconocía la soberanía del País Vasco.”
“El Estatuto de 1979 transfería ochenta y nueve competencias a Cataluña —más de las que se habían concedido a otras comunidades autónomas, incluyendo el País Vasco—. El éxito de la Generalitat al presentar sus demandas puede calibrarse por el hecho de que treinta años después el número de competencias se había elevado a 274. Después de la casi total extinción del gaélico en los siglos XVIII y XIX, Escocia, con menos de sesenta mil gaelicohablantes registrados en el censo de 2011, se diferenciaba de Cataluña en que no padecía de una seria cuestión lingüística divisoria.”
“Alex Salmond y sus colegas del SNP eran muy conscientes del paralelismo existente entre la situación de Escocia y la de Cataluña, y Salmond pudo muy bien tener en cuenta el modelo catalán cuando, al tomar posesión del cargo, cambió el nombre del ejecutivo escocés por el de Gobierno escocés (el Govern catalán). Ese cambio era la señal de la intención de la nueva Administración de seguir el ejemplo de Cataluña de saltarse la capital nacional y acudir a Bruselas para conseguir el reconocimiento de su condición de Estado en el marco de una Europa unida. «Cataluña tiene mucho más en común con nosotros (Escocia) que Noruega: podemos acabar como unos ruidosos parias más que como auténticos socios de un club elitista».”
“Solamente entre 1986 y 1988, el Gobierno catalán se quejó ante el Tribunal Constitucional de setenta y siete violaciones, reales o supuestas, por parte de las autoridades españolas, de derechos que les habían sido conferidos por el Estatuto de Autonomía. Por otra parte, se presentaron ante el Tribunal numerosos casos de quejas contra la Generalitat por haberse excedido en sus competencias constitucionales.”
“Olían demasiado a la arrogancia inglesa, como si Escocia, en vez de ser un socio igual fuese solo un apéndice de Inglaterra y como tal no pudiese seguir recibiendo los beneficios fiscales y de otra clase de una Unión basada principalmente en los contribuyentes ingleses, si imprudentemente decidía disolverla.”
“Los escoceses no creaban más que problemas y siempre se acudía a los contribuyentes ingleses para pagar sus facturas. Como puso de manifiesto la creación del Partido de la Independencia del Reino (United Kingdom Independence Party, UKIP)”
“En lo que concernía a la población, Cataluña tenía ventaja: Escocia en 2010 tenía 5,22 millones de habitantes; Cataluña tenía entonces alrededor de 7,5 millones.Cataluña también era superior en la respectiva contribución de los dos pueblos al producto interior bruto (PIB). La contribución de Escocia al PIB británico era del 9,2 por ciento, mientras que la contribución de Cataluña al de España era del 20 por ciento. ¿No tenían entonces los catalanes al menos tanto derecho como los escoceses a decidir su propio futuro?”
“El 26 de agosto, en una masiva manifestación antiterrorista, miles de personas desfilaron por el paseo de Gracia enarbolando banderas independentistas y abucheando al rey y a los miembros de la clase política, a los que consideraban responsables de los crecientes actos de terrorismo al permitir la venta de armas a los países del Golfo.”
“Con todo, fue Thomas Jefferson, el futuro presidente de los nuevos Estados Unidos de América, el que escribió que «los gobiernos establecidos desde hace tiempo no deberían ser cambiados por causas ligeras y transitorias». Aquellos que proponen la independencia en el siglo XXI harían bien en grabar esta máxima en sus mentes cuando contemplen el camino que tienen por delante.”
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